martes, 13 de mayo de 2008

El feminismo de Cristina

De Primera Dama a Primer Mandataria
Reiterativa y repetitiva nos aclaró “Acostúmbrense argentinos: Pre-si-den-tA, acostúmbrense que soy la PresidentA”. Cristina Fernández de Kirchner, la primer mujer electa presidenta en la Argentina.
Seguro es importante para ciertos debates cambiarle el género a las palabras, y más aún cambiar el sexo al poder ejecutivo. Pero en este caso, el de la actualidad de la Argentina, se demostró que a la hora de decidir entre el pago de la deuda externa o el incremento de la calidad de vida de los trabajadores no importa demasiado si la presidencia se pone los pantalones o una elegante falda.
Aunque en su retórica ha utilizado su condición de mujer para resaltar lo difícil que es ser presidenta frente el machismo de la política argentina, prescinde de realizar cambios en la esfera de lo sufrible que es ser mujer y ser pobre a la vez, por ejemplo.
Cuando Cristina o su gabinete hacen referencia a la clase trabajadora es por pura demagogia, es de pura hipocresía. Y en tono serio, les reclama a sus bases militantes que cambien los cánticos machistas por otros acorde a la nueva situación. Y ahí vamos de vuelta, con el feminismo de Cristina.

Mujer Presidenta
Cristina Fernández viene a ser el “Vol 2” de una costosa etapa para la clase trabajadora argentina, disfrazada de un progresismo tan engañoso como inestable. Ojo argentin@s, que lo que no hay que perder de vista ni apartar de la conciencia es que Cristina es la resaca del gobierno de Néstor K. Ella representa una política que sumerge a diario a la clase trabajadora, hombres y mujeres, jubilados y jóvenes, ocupados y desocupados, en una miseria descontrolada.
Cristina es la continuación de un gobierno demagógico que, por ejemplo, se jacta de defender los derechos humanos pero que es cómplice de la desaparición de Julio López. Otro ejemplo, es parte del gobierno que ha reprimido violentamente a huelguistas por reclamos laborales y salariales.
Cristina se llena la boca hablando de los derechos de las mujeres y de la conquista al poder, pero dirige un país donde 500 mujeres mueren por año por realizarse abortos clandestinos, otras no pueden alimentar sanamente a sus hijos porque la canasta básica aumenta cada día, otras no pueden ser madres por que por la ganancia de sus patrones sufren abortos espontáneos o son despedidas de sus puestos de trabajo.
A lo largo y ancho del país se suceden los reclamos de la sociedad que ha sido postergada por este gobierno “progre”, y la única respuesta del gobierno de Cristina ha sido y será la represión policial, el engorde la caja de superávit fiscal y la suba de retenciones, para el pago de la deuda externa.
No para las soluciones que necesitan l@s trabajador@s.
Argentin@s, que nos presida una Mujer no debería ser ninguna conquista, para nadie.

lunes, 12 de mayo de 2008

Permítanme Presentarme

Soy estudiante de la licenciatura en Comunicación Social en la UNComahue. En la materia periodismo digital nos han propuesto crear un blog, a partir de un tema que nos interese y nos guste. Y acá va mi intento.

Particularmente me atraen los temas relacionados con la Mujer, en el sentido político y de conciencia de clase. Lejos de considerar que la opresión a la mujer es la responsabilidad “por naturaleza” del sexo opuesto, de los hombres machistas que condicionan a sus pares, comparto más
la ideología que sostiene que el sistema patriarcal es uno de los elementos del sistema de dominación de una clase sobre otra, de la legitimación de la desigualdad, en el cual nos encuentra este momento histórico.

Progresos
Las batallas libradas por los derechos de la mujer han dado sus notorios progresos. Rápidamente quiero mencionar que hoy las mujeres tenemos mayor independencia, participación y opinión en distintos ámbitos. Hay una liberación, una concienc
ia de clase y de género, que es más evidente si la comparamos con la historia reciente.
Un paso adelante, y fundamental que voy a resaltar se dio en los años sesenta con la posibilidad femenina de dominar la reproducción,
la anticoncepción, devenida por la invención de la llamada “píldora mágica”. Fue realmente una revolución del género, donde las mujeres consiguieron cierta independencia sobre sus cuerpos. (Aunque cabe aclarar que el de la anticoncepción es un terreno que aún no se conquista por completo, en términos de accesibilidad e información).
Las mujeres llegamos al siglo XXI disponiendo de derechos civiles y políticos que antes eran exclusivos de los ciudadanos hombres. Hoy tenemos acceso ciertos trabajados que se pensaban masculinos, y no solo emitimos el derecho democrático al sufragio sino que también, algunas ocupan cargos políticos muy importantes, tal como Cristina Fernández, la presidentA de los argentinos, o Gabriela Michetti vicejefa de gobierno de la ciudad de Bs As, o también a la ex ministra de economía Felisa Michelli, o la ministra de salud Graciela Ocaña, entre otras.

Pendientes
Sin embargo las mujeres del s XXI todavía tenemos mucho por pelear.
Nos quedan muchas reivindicaciones que, seguramente, no se van a conquistar por el sexo de quien dirige un país, sino por la organización política de los oprimidos.
Aún restan por conseguir, entre muchas otros derechos, trabajos dignos, salarios dignos, perspectiva de tener vivienda, educación, salud.
Derecho a la maternidad, a que se garanticen las condiciones para mantener una familia, un embarazo deseado, etc.
Y entre las luchas más preciosas para las mujeres, la Educación sexual laica, la anticoncepción universal,
el aborto seguro legal y gratuito. Nos queda terminar con la desvalorización del trabajo y el oficio femenino, terminar con la violencia, el sometimiento al hogar y la familia, y la esclavitud sexual.
La perseguida igualdad de género aún es remota, aunque la Presidenta sea mujer.
Más aún la igualdad de derechos y oportunidades de la clase trabajadora, la posibilidad de ser libres de pensamiento y acción política, siguen obstaculizadas por el capital.He llegado a la conclusión de que la explotación o la emancipación de clases no se van a resolver, sino por el programa político e histórico con el cual los trabajadores salgan a luchar.